El Pan de Vida

 

Una de las cosas que siempre me ha encantado de Jesús es que rara vez respondía una pregunta en la forma en que la gente esperaba. A lo largo de los Evangelios, vemos personas que vienen a Él queriendo una lista de qué hacer y no hacer o una respuesta específica, y Jesús rara vez los complació. Y sin embargo, aunque Su respuesta puede no ser lo que deseábamos, es más de lo que podríamos esperar.

 

Y eso es lo que vemos que sucede al final de Juan 6.

 

En este capítulo, Jesús alimentó a los 5.000 y caminó sobre el agua, y la gente se sintió atraída por Sus señales y milagros. Después de sanar a los enfermos y alimentar a los hambrientos, Jesús se retiró de las multitudes, pero ellos lo siguieron. En lugar de rechazarlos, me encanta que Jesús se haya encontrado con ellos exactamente donde estaban.

 

Con asombro y curiosidad por los milagros que Jesús realizó, la gente preguntó: “¿—Qué debemos hacer para actuar como Dios quiere?” 

 

Es una pregunta válida. Piensa en la frecuencia con la que tú y yo nos hemos hecho estas preguntas: “¿Qué debemos hacer para seguir la voluntad de Dios? ¿Cómo es vivir como Jesús? ¿Qué exactamente debo hacer para ser salva?” No sé tú, pero estas no son preguntas que hice solo por primera vez cuando me convertí en creyente. Son preguntas que me he hecho a lo largo de mi viaje de fe.

 

Pero Jesús, viendo más allá de Sus preguntas, no les dio una lista de cosas que hacer. Él no les dijo a ellos cómo comportarse. Él les dijo a quién creer. Entonces, ¿qué debemos hacer para lograr las obras que Dios requiere? Jesús dijo: “Lo que Dios espera de vosotros es que creáis en el que él ha enviado…. Es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo… Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que en mí cree no tendrá sed jamás.” (Juan 6:29–35).

 

¿Captaste eso? Después de alimentar a los 5000 y satisfacer sus necesidades físicas, Jesús dijo que Él es el Pan de Vida. Así como Dios proveyó maná del cielo para los israelitas mientras estaban en el desierto, el Padre proveyó a Su Hijo, el Pan de Vida para toda la humanidad.

 

Alimentar a 5.000 fue milagroso porque satisfizo las necesidades de muchos, pero también fue mucho más que eso. El milagro fue una señal de que Jesús era el Hijo de Dios, el Pan de Vida prometido, y el que cree en Él tendrá acceso a la vida eterna y nunca pasará hambre otra vez.

 

Este es el Evangelio. Esta es una Buena Nueva para todas nosotras.

 

Acudimos a Dios preguntándole: “¿Qué debo hacer para ser salva? ¿Qué requieres de mí?” Y en lugar de una lista de lo que se debe y no se debe hacer, Él dice: “Cree en mí. Cree en el Pan de Vida que saciará tu hambre de una manera que nunca has experimentado”.

 

Hermana, en lugar de concentrarte en una lista de cosas que puedes hacer para Dios, dedica algún tiempo hoy a reflexionar sobre lo que Él ha hecho por ti. Cree y proclama la verdad de que Cristo vino a este mundo y que hizo muchos milagros. Él es el Pan de Vida que ha venido para que tú y yo nunca más pasemos hambre.

 

Que esta buena noticia te consuele y anime en cualquier época en la que Dios te tenga.

 

Brittany

 

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