El Intercambio Misericordioso De Dios

 

No dar al blanco

 

Me encanta jugar al minigolf. Mi campo favorito está en Cocoa Beach, Florida. Tiene un diseño precioso, con palmeras, cuevas, cascadas y caimanes vivos a lo largo del camino. Aunque me gusta el carácter competitivo de jugar con la familia o con los amigos, no soy muy buena. En la tarjeta de puntuación hay un número determinado de veces que debes meter la pelota dentro del hoyo. Yo siempre me paso. Es un alivio que cuando acaba el partido, tiramos la tarjeta y tomamos un helado. Estoy agradecida de que mi capacidad de juego no influya en la forma en que mi familia me trata después, ni determine si soy digna de celebrarlo con un helado. 

 

De manera mucho más grande, estoy muy agradecida de que Dios no nos trata como merecen nuestros pecados. Si guardara una lista de todas las formas en que hemos fallado, ¿quién podría soportarlo? Hoy leemos en Daniel (9:9): «Al Señor nuestro Dios pertenece la compasión y el perdón, porque nos hemos rebelado contra Él».

 

Y nuestra rebelión contra Él no es tan simple como tener una puntuación alta en minigolf. Si fuéramos sinceras, nuestra rebelión contra Él, es mucho más grave. Hemos vivido en orgullo y nos hemos involucrado en ambiciones egoístas, celos, idolatría, chismes, calumnias… y la lista continúa. Algunas de nosotras hemos vivido en la inmoralidad sexual, el odio y la embriaguez. En realidad, nuestro estado es mucho peor de lo que estamos dispuestos a admitir. Como los Israelitas, hemos vivido en oposición a Dios. 

 

La gracia grandiosa de Dios

 

Me encanta lo que ora Daniel en Daniel 9:18-19: «18 Pues no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de Ti, sino por Tu gran compasión. 19 ¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de ti mismo, Dios mío! Porque Tu nombre se invoca sobre Tu ciudad y sobre Tu pueblo».

 

La súplica que se hace aquí se basa completamente en quién es Dios y en lo que puede hacer. Daniel pide la misericordia y la gracia de Dios a pesar de nuestro pecado. Dios es perfecto y tiene un estándar perfecto . La verdad es que ninguna de nosotras puede cumplirla. No, ni una. 

 

En Romanos, Pablo cita el Salmo 14:1-3 cuando leemos: «1 El necio ha dicho en su corazón: No hay Dios.

Todos se han corrompido, han cometido hechos abominables; No hay quien haga el bien. 2 El Señor ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres. Para ver si hay alguien que entienda, Alguien que busque a Dios. 3 Pero todos se han desviado, a una se han corrompido; No hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.» (Romanos 3:10-12). Es una verdad que se ha comprendido desde los tiempos del Antiguo Testamento, desde que Adán y Eva pecaron contra Dios en el jardín. 

 

Estoy muy agradecida por la compasión de Dios hacia nosotras en Cristo Jesús. Que Él haya provisto un camino para que seamos restauradas a Él. Que nunca deje de sorprendernos que Él nos haya dado una pizarra limpia, que haya tomado nuestro resultado negativo en el minigolf y lo haya cambiado por un helado. Que nuestros corazones se llenen de gratitud. Por el poder del Espíritu Santo que vive en nosotras ahora como nuevas creaciones, ¡que hoy busquemos caminar en Sus caminos!

 

Krista Taylor

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