El Gozo del Arrepentimiento

 

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. – 1 Juan 1:9

 

El pueblo reconoció sus pecados ante Dios. Se dieron cuenta de que sus antepasados entraron en cautiverio porque desobedecieron repetidamente los mandatos de Dios. Él puso ante ellos las consecuencias de la obediencia y la desobediencia, y ellos eligieron la segunda, repetidamente. El cautiverio fue el precio a pagar por su desobediencia a Dios.  Pero en Sus misericordias, que siempre son verdaderas, les dijo a sus antepasados que si se daban cuenta de los errores de sus caminos y volvían a Su Palabra, Él iba a traerlos de vuelta a la tierra que les había prometido.

 

Dios cumple Su Palabra. Eso no se puede decir de nosotras. Les dio a los hijos de Israel los mandamientos, y les dijo que los leyeran siempre, que los tuvieran siempre a la vista, para que tuvieran cuidado de hacer todo lo que les había ordenado. Mientras leyeran continuamente los mandamientos de Dios y vivieran según lo que decían, estarían libres de las consecuencias de la desobediencia.

 

Al leer el Libro de la Ley, se les abrieron los ojos y vieron en qué habían errado, y se arrepintieron. Dios es un Dios misericordioso. Cuando venimos a Él arrepentidos, Él cumple Su Palabra. Él perdona nuestros pecados. Él no sólo perdona; Él va más allá y nos limpia de los escombros de la injusticia. Una cuenta limpia es en lo que nos convertimos cuando venimos a Dios en arrepentimiento. Pero debemos llegar a un punto en el que nos demos cuenta y reconozcamos nuestros errores. 

 

Y no sólo eso, sino también acudir a Él en busca de misericordia. Algunas personas reconocen sus pecados pero nunca hacen nada para dejarlos. Algunos son demasiado orgullosos para reconocer que son pecadores y continúan en sus pecados. Otros son lisiados por la magnitud de sus pecados, y Satanás los enjaula en la creencia de que nunca podrán ser perdonados.

 

Sea lo que sea, podemos tomar prestada la sabiduría de los versículos de hoy. Cuando el Espíritu Santo nos recuerda nuestros defectos, o cuando leemos la Palabra de Dios y nos convencemos de que no hemos dado en el blanco, tenemos que reconocer nuestros errores, acudir a Dios arrepentidas, confesar nuestras faltas y pedir perdón y misericordia. Y cuando lo hacemos, tenemos la seguridad de que Él nos perdonará y nos restaurará a una posición correcta con Él. ¡Aleluya! ¡Qué Dios tan bueno y poderoso a quien servimos!

 

Una cosa más que quiero que veamos. Dios les dijo a los hijos de Israel que cumplieran Sus mandamientos.

 

Los mandamientos eran un recordatorio de lo que Dios requería de ellos como pueblo y nación. Les dijo que leyeran y meditaran en Su Palabra día y noche, que hablaran siempre de ella, y que se la contaran a sus hijos para que la conocieran y  tuvieran cuidado de hacer todo lo que decía. 

 

Justo como hacemos  ahora, si podemos continuar siendo estudiantes diligentes de la Palabra de Dios, eligiendo diariamente vivir según lo que dice, el pecado estará muy lejos de nosotras. Cuanto más leamos la Palabra de Dios, más sabremos lo que dice.

 

Que siempre volvamos a casa contigo, Padre.  Amén.

 

Ebos

 

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