El Costo

 

 

El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser Mi discípulo.” Lucas 14:27

 

Recuerdo una ocasión en mi niñez cuando realmente, realmente quería un  muñeco específico. Se lo pedí a mi mama y ella me dijo que podía obtenerlo si usaba mi propio dinero. Rápidamente vacíe la alcancía de cochinito (si, literalmente una alcancía de cochinito) y me gasté el dinero que tenía en ese juguete.  Y fue asombroso, tal vez por un mes. Y después perdió su atractivo.  Y de repente, estaba deseando no haberme gastado el dinero que había estado  ahorrando en algo que  solo me iba a proporcionar un poco de satisfacción,  en algo que de hecho no valía la pena.  Y aunque trate de  un recuerdo insignificante, aprendí a plantearme una pregunta importante antes de vaciar la alcancía de cochinito: ¿Merece la pena  lo que cuesta?

 

Mientras leía las palabras de Jesús en Lucas 14,  no pude evitar pensar en este recuerdo  de cuando por primera vez aprendí a contar el costo de algo. Porque en última instancia, creo que los discípulos se vieron obligados  a contestar esta pregunta por si mismos. ¿Vale la pena seguir a Jesús?

 

¿Cuál era el precio? Estar dispuestos a “cargar tu propia cruz y seguir a [Jesús].” La cruz era una referencia a la crucificción, un espantoso método de tortura que terminaba en una muerte intensamente dolorosa. Adicionalmente,  también era una práctica común que estos criminales tuvieran que cargar su propia cruz hasta el lugar de su crucifixión.

 

Ahora, imagina a Jesús diciéndoles a estos discípulos que para poder ser uno de Sus discípulos, cada uno de ellos debe de estar dispuesto a cargar su  propia cruz y seguirlo.  ¿Qué imágenes crees que pasaron por sus cabezas? Imágenes de ellos mismos como criminales llevando su método de ejecución hacia su propia muerte.   Imágenes de rendición, sacrificio, dolor, e incluso de muerte. Qué imágenes  tan perturbadoras debieron de ser para Sus discípulos.  En ese momento, cada uno se vio obligado a preguntarse:  ¿Vale la pena seguir a Jesús, sin importar el precio? 

 

Como Cristianas hoy,  nos debemos de hacer la misma pregunta: ¿Vale la pena seguir a Jesús?  Tal vez tu costo es abstenerte de ciertas cosas por tu compromiso de una vida de fidelidad.  Tal vez es perder oportunidades porque profesas a Cristo como Señor. Tal vez estés experimentando una persecución injusta.  Tal vez el precio sea arriesgar de verdad tu vida por causa del evangelio. Sea lo que sea,  seguir a Jesús siempre tiene un precio. Y ese precio a menudo es grande.

 

 

Entonces, ¿vale la pena? La recompensa pesará más que el precio? La respuesta es indudablemente, si.

 

Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada.” Romanos 8:18

 

 

Mientras leemos en Lucas 13, el Padre nos ha invitado a una gran fiesta, una fiesta de alegre comunión, descanso y abundancia. Una fiesta que sobrepasa  el sacrificio y el sufrimiento presente  que podemos estar enfrentando. Una fiesta que está esperando a los que le sigan. Sí, el precio de seguir a Jesús es grande. Pero la recompensa es mayor.

 

Algunos días, temporadas o años, el precio puede parecer muy alto. El sacrificio o sufrimiento puede parecer demasiado. En esos días,  reposa a Sus pies.  Confiésalo al Padre quien se preocupa profundamente por ti. Pídele que aumente la fe, la perseverancia, y la esperanza. Él será fiel, incluso en los tiempos que nosotras no lo seamos (2 Timoteo 2:13). Él es lo suficientemente bondadoso y compasivo  para salir al encuentro de nuestras dudas y asegurarnos que, aunque el precio es grande, la recompensa es mayor.

 

Y por último, sepan que Jesús estaba dispuesto a pagar  el mismo precio que Él estaba pidiendo a los discípulos.  El precio de que el  pueblo de Dios fuera redimido del pecado y reconciliados con el Padre  fue que Jesús estuviera dispuesto a cargar Su propia cruz y rendir Su vida en esa misma cruz.  Cuando aún nosotras éramos pecadoras, Cristo murió por nosotras (Romanos 5:8) Él estuvo dispuesto  a pagar el precio, creyendo que la recompensa venidera sería mayor.  Y la más dulce noticia de todas es que los creyentes en Cristo también son herederos con Cristo.  Esto significa que si sufrimos con Él, también tomaremos parte en esta recompensa con Él (Romanos 8:17) Disfrutaremos con Él en la fiesta del padre.

Y, algún día, espero celebrar un banquete en la mesa del Padre con todas y cada uno de vosotras.

 

Cristin

 

Semana 5 – Desafío

 

Nuestra lectura de esta semana se enfoca en lo que significa tener una fe verdadera y lo que significa  ser un discípulo de Jesús.  Al leer estos esté pasajes,  anota las características de la fe y el discipulado.  ¿Las muestras en tu vida y en tu caminar con Dios? ¿Cómo vives la verdadera fe cada día?  ¿Cómo estás viviendo como una verdadera discípula de Jesús?  ¿Hay áreas en las que puedes crecer?

 

Semana 5 – Plan de Lectura

 

 

 

Semana 5 – Versículo a Memorizar

 

Cristin

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