Solo Dios es digno
Me pregunto si, como yo, tienes un libro, una película o un lugar favorito que sea un poco más significativo para ti que cualquier otro. Cuando se trata del Antiguo Testamento, la narración de Sadrac, Mesac, Abednego y el horno de fuego, que se encuentra en Daniel 3, es mi relato bíblico favorito de todos los tiempos.
Me encanta lo que se narra, de quién es Dios a medida que se desarrolla la historia. No solo es el Todopoderoso que rescata y libera a su pueblo, sino que también es el único Dios digno de nuestra adoración, confianza y obediencia, sean cuales sean las circunstancias.
No importa cuántas veces haya leído este pasaje, Dios, por Su Espíritu, siempre me habla trayendo valor, consuelo y desafío a mi vida. Así que le pido que amablemente haga eso de nuevo por nosotros, hoy mientras pensamos en estas cosas juntas.
Solo Dios es Dios
A partir de nuestros estudios en los dos primeros capítulos del libro de Daniel, conocemos el trasfondo de la historia y el contexto geográfico, cultural y espiritual en el que Daniel y sus tres amigos se encontraban, viviendo como exiliados en Babilonia, que no era su hogar.
Los desafíos a los que se enfrentaron podrían aplicarse con la misma facilidad a nosotras ahora, siglos después, cuando el mundo busca encajarnos en su molde, y la tentación de adorar otras cosas presiona nuestros corazones y mentes. La firme confianza, la obediencia inquebrantable y la dependencia absoluta en el carácter y el poder de Dios que vemos demostrado a través de las vidas de Sadrac, Mesac y Abednego podrían ser el estímulo y el desafío que cada una de nosotras necesita en cualquier situación que estemos enfrentando en este momento.
La estatua dorada de noventa pies de alto y nueve pies de ancho que el rey Nabucodonosor había hecho era una imagen impactante y un recordatorio del inmenso poder que tenía, humanamente hablando, en ese momento. La presión para conformarse e inclinarse ante ella en adoración habría sido enorme. Pero nuestros tres amigos en esta historia conocían la Palabra de Dios, la cual les ordenaba no tener otros dioses sino Él, ni debían adorar a ningún ídolo o estatua (Éxodo 20).
Sadrac, Mesac y Abednego creían que vivir en obediencia al Único Dios Verdadero era mucho más importante, aunque su decisión de mantenerse firmes los haría sobresalir con gran riesgo para sus propias vidas.
Solo Dios sostiene
Este mismo tipo de presión, amenaza, riesgo y alto precio está siendo enfrentado y experimentado por más de 365 millones de nuestros hermanos y hermanas perseguidos en todo el mundo hoy en día. Viven en países donde seguir a Jesús puede llevar a la cárcel, a una violencia horrenda, a ser expulsados por la familia y la sociedad, e incluso a costa de sus propias vidas.
He tenido el inmenso privilegio de conocer cara a cara a algunos de los creyentes más valientes que han soportado terribles pruebas por negarse a renunciar a su fe. Su profundo amor por Jesús es contagioso y brillan intensamente con el testimonio de la fidelidad de Dios hacia ellos en sus momentos más oscuros. Son testigos de la cercanía de Jesús en el horno ardiente de la prueba y el sufrimiento.
Hagamos una pausa para orar y levantar a todos los que se enfrentan a tal persecución hoy en día, para que tengan el coraje y la resistencia para mantenerse firmes, conozcan la tranquilidad reconfortante de Dios con ellos y la confianza de que nada, absolutamente nada, puede separarlos del amor de Dios en Cristo Jesús.
Para Sadrac, Mesac y Abednego también, el peligro era real. No era una amenaza vacía lo que el rey Nabucodonosor había lanzado cuando declaró el castigo mortal por desobedecer el decreto de inclinarse y adorar a la poderosa estatua dorada cuando sonaba la música.
El horno era ardiente y letal. Sin embargo, considere la determinada respuesta de estos hombres piadosos al Rey, cuando fueron convocados y cuestionados acerca de su resistencia a su mandato;
“Si nuestro Dios, a quien servimos, él es poderoso para librarnos del horno de fuego ardiente, también nos librará, oh rey, de tu poder. Pero sí no lo hace, que sepas, oh rey, que no servimos a tus dioses, y no rendiremos homenaje a la estatua de oro que has erigido”. Daniel 3:17-18
¡Esta fe inquebrantable y determinación de no transigir no solo llegó cuando su obediencia fue desafiada! Más bien, se desarrolló, probó y creció con el tiempo en las elecciones y decisiones diarias que ya habían tomado para poner a Dios en primer lugar.
¡Qué lección hay para nosotros en esto! En un mundo que no es nuestro hogar, nos encontramos en una cultura que quiere que encajemos y nos adaptemos a sus normas y moral, que nos pongamos en primer lugar, que encontremos valor e identidad en nuestra carrera, cuenta bancaria o en nuestra imagen. Constantemente nos enfrentamos a la presión externa y a la batalla interna por el afecto de nuestros corazones, las prioridades de nuestro tiempo, las cosas en las que invertimos nuestras vidas.
Solo Dios es fiel
Tal vez este es un llamado hoy a volver a nuestro primer amor y deseo de adorarlo solo a Él, con todas nuestras vidas. O tal vez, el Espíritu de Dios quiere fortalecerte con el recordatorio de que Él es capaz de hacer inconmensurablemente más de lo que podrías pedir o imaginar. Por lo tanto, sigue confiando y orando, aunque aún no hayas visto la respuesta de Dios, la revelación no haya llegado o la carga parezca demasiado grande.
Cree que la realidad del carácter de Dios es más grande que lo que sea que estés enfrentando hoy. Él es Soberano.
Poderoso. Sabio. Bueno. Amoroso. Amable.
El mayor desafío de la fe para mí en este pasaje, no viene cuando Sadrac, Mesac y Abednego declaran que creen que Dios es capaz de rescatar y liberar. Más bien, está en el “sí no”. Seguían confiando sin importar cuál fuera el resultado.
Hay un desafío para cada creyente. Debemos decidir que incluso si Dios no responde como esperamos, no trae la sanidad que anhelamos o no restaura la relación que causó tanto dolor, Él sigue siendo digno de nuestra adoración y devoción por lo que es, no por lo que hace o deja de hacer por nosotros.
Se ha dicho que lo que creemos determina cómo nos comportamos. Que nuestra firme creencia en la soberanía de Dios, Su bondad, Su tiempo perfecto y el consuelo de que Él está con nosotros en cada prueba, fortalezcan nuestra fe para que cada día sigamos conociéndole, confiando y amándole más.
Que ser como Jesús sea nuestro deseo.
Katie Shott
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Desafío de la semana 3:
Toma un tiempo intencionalmente esta semana para adorar a Dios. Deja a un lado todas las distracciones para que puedas concentrarte solo en Él. Podrías salir a caminar. Podías escuchar música de adoración. Podrías dedicar algún tiempo a escribir tus oraciones. Sea lo que sea, encuentra un poco de soledad para alabar a Dios por quién es y por lo que ha hecho en tu vida y en la vida de los que te rodean.
Plan de lectura de la semana 3:
Semana 3 Versículo de memoria