Jonás, Jonás, Jonás. El Dios del universo, el Creador del cielo y de la tierra, el omnipotente, omnisciente, omnipresente, el único y verdadero Dios eterno dio a Jonás instrucciones muy específicas para ir a Nínive. Y Jonás huyó.
Piensa en eso por un minuto. Es bastante audaz. Como cristianos, a menudo decimos que si pudiéramos escuchar a Dios decirnos qué hacer, obedeceríamos. Pensamos que nuestra obediencia no es por falta de buena intención, sino por falta de clarificación. Jonás no tenía esa excusa. Dios le dijo muy clara y específicamente lo que tenía que hacer, y Jonás huyó lejos.
Dos pensamientos vienen a la mente: “¿Cómo pudo ser tan iluso para pensar que podía huir de Dios?” y “¿Por qué?”. Aunque puede ser fácil juzgar a Jonás por sus acciones. Si somos sinceras, somos como él. Todas tratamos de huir de Dios. Tal vez no literalmente a las entrañas de un barco, pero huimos emocional y espiritualmente.
Huyendo de Dios
Tal vez tu huida es más sutil, presentándose en una racionalización como, “Dios no quiso realmente decir que lo que Él quería es que siguiera Sus caminos. Estoy segura de que Él quiere que yo sea feliz.” Así que corres hacia las cosas del mundo. O, “Perdonaré a la persona que me hirió en algún momento, pero ahora mismo necesito cuidar de mí misma.”. Así que dejas que la amargura supure y buscas servirte a ti misma.
Tal vez sea más evidente. Tal vez huiste rápido y fuerte de Dios hacia un comportamiento destructivo, y esas elecciones ahora te han dejado quebrantado y con remordimientos. ¡Ánimo! Incluso cuando huiste de Él, ¡Él nunca te abandonó! El rey David escribió en los Salmos la verdad acerca de la presencia eterna de Dios en nuestras vidas, incluso cuando tratamos de huir. Él afirma,
7 ¿Adónde me iré de Tu Espíritu, o adónde huiré de Tu presencia? 8 Si subo a los cielos, allí estás Tú; Si en el Seol preparo mi lecho, allí Tú estás. 9 Si tomo las alas del alba, Y si habito en lo más remoto del mar, 10 Aun allí me guiará Tu mano, Y me tomará Tu diestra.
Salmo 139:7-10
No hay ningún lugar al que podamos ir que esté demasiado lejos de la presencia o el amor de Dios. Él siempre está dispuesto a acercarnos cuando vamos a Él reconociendo nuestro pecado y deseosos de experimentar Su gracia.
Los caminos de Dios sobre nuestros caminos
Dios le dijo a Jonás que fuera a Nínive a “anunciar juicio contra su pueblo.” Jonás debería haber amado esta tarea. Conocía la gran maldad del pueblo de Nínive. Esta era su oportunidad de anunciar el juicio de Dios sobre ellos. Entonces, ¿POR QUÉ huyó? La respuesta aparece más adelante, en Jonás 4:2.
“Oh, Señor, esto es justo lo que yo pensaba que sucedería cuando estaba en mi país. Esto es lo que traté de evitar al intentar escapar a Tarsis, porque sabía que Tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y abundante en misericordia, y uno que se arrepiente del juicio amenazador.”
¿Lo captaste? Jonás huyó de obedecer a Dios porque sabía que Dios sería misericordioso con los ninivitas si se arrepentían de sus malos caminos, cosa que hicieron. Jonás trató de usurpar los planes misericordiosos de Dios Todopoderoso… porque pensó que sabía más. Creo que en el fondo huimos de Dios porque somos egoístas. Queremos vivir a NUESTRA manera, no a la manera de Dios.
La elección
Jonás quería que Dios destruyera a Nínive, pero Dios quería salvar a Nínive a través de Jonás. Los planes de Dios siempre prevalecen. Aunque Dios usó a Jonás para salvar a los ninivitas, Jonás perdió la oportunidad de experimentar el gozo de rendirse de todo corazón ante Dios.
La verdad es que Dios se saldrá con la suya con o sin nosotras, pero nos invita a participar en la obra santa que está realizando continuamente. Lo hace para que podamos comprender mejor Su corazón y Su carácter. Jonás estaba tan centrado en el juicio de los ninivitas que se perdió por completo el asombro y la maravilla de la gracia de Dios. Jonás incluso se irritó ante la gracia y la compasión de Dios.
Muchas de nosotras hemos oído la frase «personas lastimadas, hieren a los demás ». Pero ayer escuché un sermón que decía: “personas perdonadas, perdonan” y “Aquellos que son amados, aman.” Parece como si Jonás estuviera tan atrapado en la ira y el odio que olvidó que él también era tan culpable ante el Dios santo y necesitaba el perdón tanto como los ninivitas. Cambió el amor desinteresado por la soberbia.
¿Y tú, cómo se encuentran tus reacciones?. La soberbia hace que menospreciemos la gracia insondable de Dios. Pero Dios da gracia a los humildes. Podemos elegir. Podemos huir de la voluntad de Dios, obedecer de malas ganas la voluntad de Dios, o confiar de todo corazón y obedecer la voluntad perfecta de Dios. Todo nuestro futuro estará determinado por la elección que hagamos.
Melinda Choi
Semana 1 – Plan de Lectura
Semana 1 – Versículo a Memorizar