Diferentes pero Unidas

Si me preguntaran cuáles son las cosas más preciadas en mi vida, podría decir que  mi iglesia local estaría entre las tres primeras de esa lista. Me mudé a Glasgow en 2016 con el plan de quedarme dos años, pero Dios me trajo de vuelta a Escocia. ¡Aquí estoy casi seis años después! Cuando oraba sobre esta decisión, mi mayor preocupación era si encontraría amistad, comunidad y personas con las que servir. La iglesia en la que había estado durante mis dos primeros años en Glasgow no me había proporcionado eso de la manera que lo había visto en las Escrituras. Sabía que no podría sobrevivir en esta ciudad sin una comunidad que reflejara más fielmente la realidad bíblica. Aún sin una respuesta clara al respecto, tomé la decisión de regresar sin saber lo que me esperaría en el futuro en términos de prosperar en la iglesia local. Pero en la abundante gracia de Dios, ¡Él ha provisto esto de muchas maneras! Estos versículos en 1 Corintios 12 y Efesios 1 significan mucho más cuando los veo vividos en nuestra pequeña familia de la iglesia del East End de Glasgow. 

 

 

El valor de nuestras diferencias

 

En 1 Corintios 12, el apóstol Pablo nos muestra lo valioso que es cada miembro del cuerpo de Cristo comparándolo con el funcionamiento de nuestro propio cuerpo. Si nos falta una parte de nuestro cuerpo, entonces no funcionaremos con la misma eficiencia o eficacia. Del mismo modo, sin una diversidad de miembros dentro de la iglesia local, tampoco podremos ser tan eficaces en el reino. Por eso es crucial que entendamos el valor que tenemos dentro de la iglesia local y tratemos de usar los dones que Dios nos ha dado dentro de ese contexto. Nuestros dones pueden ser muy diferentes a los de la persona que se sienta a nuestro lado el domingo por la mañana, pero no por ello tienen menos valor. 

 

En Efesios, vemos claramente de dónde viene la fuerza de una iglesia que está llena de miembros diversos. Es porque Cristo es la cabeza. Todas podemos dar testimonio de ocasiones en las que hemos visto a personas caídas que pretendían ser la cabeza de la iglesia. Siempre se desmoronan y caen. Alabado sea Dios por eso porque muestra cuán ciertos son estos versos cuando la iglesia se somete a Cristo. Pablo aquí está citando el Salmo 8:6, «Tú le haces señorear sobre las obras de Tus manos;Todo lo has puesto bajo Sus pies,» para mostrar el cumplimiento de Cristo siendo dado autoridad sobre toda la creación y como cabeza de la iglesia. El lugar de Jesús no cambia ni se desplaza con los tiempos o las estaciones; Su autoridad permanece. La pregunta para nosotras es: ¿nos someteremos a esa autoridad como creyentes dentro de la iglesia? 

 

 

El  rol de nuestros dones

 

Podemos escuchar estos versículos en 1 Corintios 12 y permitirnos sentirnos orgullosas de todo lo que podemos dar a la iglesia, pensando que ellas deben necesitarnos para sobrevivir. Cuando lo leemos a través de un lente enfocado en nosotras mismas, distorsionamos la imagen que Pablo está pintando aquí. Pero, si elegimos leerlo a la luz de la posición de Cristo y el papel de la iglesia, entonces veremos su belleza y cómo nos permite dedicarnos a hacer discípulas y al crecimiento del reino a nivel local y global. 

 

Formar parte del cuerpo de Cristo, con Él como cabeza, debería significar que no funcionamos individualmente para un objetivo aislado. Funcionar como un cuerpo es algo que hacemos juntas. Todas somos igualmente llenadas por Él para ser usadas por Él – ¡ninguna menos que otra! Asimismo, esto no sólo significa servir, sino también soportarnos unas a otras a través de relaciones afectuosas (1 Corintios 12:25-26). Cuando una persona de nuestra iglesia local sufre, la soportamos. Cuando se alegran, ¡nos alegramos con ellas! Nuestras experiencias serán muy diferentes, pero nuestra cabeza es la misma. Por eso somos una a través de Él. Debido al evangelio, se nos da el gozo de ser una con la otra en todas las estaciones y situaciones. ¿Qué otra cosa, aparte del Evangelio, nos daría esta oportunidad? Es sólo a través de la gracia de Dios, que se nos ha dado tan libremente, que podemos ser vasos llenos de gracia para los que nos rodean mientras moramos en el cuerpo de Cristo. Su gracia nos libera para vivir de esta manera, y Su Espíritu nos equipa para hacerlo fielmente. 

 

 

Un privilegio y un deleite

 

Veo todas estas cosas tan claramente en mi iglesia local, que es una alegría y un regalo. Si miras a tu alrededor un domingo por la mañana, verás una gran variedad de personas, con muchas de las cuales no tienes casi nada en común. Pero Cristo y Su Evangelio son lo que tenemos en común, lo que hace que trabajar juntas por Su Nombre sea un privilegio y una delicia. Si resaltaran nuestras diferencias de manera que nos alejara de la unidad, se estaría descuidando la belleza de lo que Dios ha ordenado a través de Su iglesia local. Por el contrario, ¡puedo esforzarme junto a personas que tienen trasfondos, dones y habilidades diferentes a las mías por el bien de conocer y hacer mucho de Cristo! 

Claire Marshall

 

 

Semana 6 -Plan de Lectura

 

Estudio Bíblico Relacionado

Recibe nuestras actualizaciones

Recientes