Demuestra Amor

“Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros;”

 

A lo largo de la Escritura, especialmente en el Nuevo Testamento, podemos encontrar pasajes acerca del amor. Es un tema de relevancia pues es considerado una de las mayores virtudes que como cristianos recibimos, a través del Espíritu Santo en nuestras vidas.

 

Las palabras del apóstol Pablo nos hablan de amarse unos a otros profundamente, con el tipo de amor que normalmente se reserva para los miembros de la familia.

 

La palabra usada aquí es philadelphia, que literalmente significa amor fraternal. Desde esta perspectiva del evangelio, el compañero creyente es un hermano o hermana en un sentido muy real. Vivir en amor fraternal como hijos de Dios, es la manera principal en que el mundo puede reconocernos como seguidores de Cristo.

 

Al nacer de nuevo y ser renovados de nuestro entendimiento, el anhelo constante debe ser una adoración completa a nuestro Señor y esto resultará en buscar agradarle en cada área de nuestras vidas. Una nueva vida en Cristo cambia la forma en que pensamos, la forma en que hablamos y la forma en que actuamos.

 

La vida cristiana, es una constante invitación a vivir en unidad con otros miembros del cuerpo de Cristo. No hemos sido llamadas a vivir en soledad, sino en comunidad.

 

Estamos llamadas a amar a nuestros hermanos, a regocijarnos con ellos, a ejercer nuestra paciencia, a orar y servirles con amor genuino y perseverante. Estamos llamadas a dar de nosotras a los demás.

 

Necesitamos a nuestra comunidad, necesitamos a nuestra iglesia, necesitamos mujeres de fe con quienes caminar. Esa es la manera en que seremos edificadas y alentadas en nuestro andar cristiano.

 

El problema en esta área, muchas veces se encuentra en nosotras mismas, nuestro carácter, nuestros anhelos insatisfechos, y muchas veces, la falta de dominio propio sobre nuestras emociones.

La única manera de poder llevarlo a cabo es permanecer en Él. 

“Dios es amor, y el que permanece en amor, permanece en Dios y Dios en él.” 1 Juan 4:16b.

Así que, como dice la Escritura, en lo que requiere cuidado, no seamos perezosos con lo que el Señor nos ha encomendado, sino que sirvamos, amemos y demos preferencia los unos a otros (vv.10-11). Recordando que nos aguarda una eternidad juntos a todos los creyentes en Cristo.

 

Seamos esas mujeres que viven llenas del Espíritu, velando por las necesidades y bienestar de nuestros hermanos, con sinceridad y sin egoísmo, agradando a Dios en todo.

 

Señor, que Tu amor abunde y rebose en nuestras vidas. Ayúdanos cada día a amar sin fingimiento y a servir como Tú lo has mandado. A recordar que no hemos sido creadas para estar solas, sino que Tú, Señor, nos has provisto de una comunidad en este mundo solitario.

 

Sirviendo a Cristo,

Joana Báez, México.

 

 

Joanna

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