El capítulo 1 del libro de Ester es un relato con moraleja sobre las consecuencias de tomar decisiones insensatas. Podemos aprender muchas lecciones de las decisiones insensatas tomadas por el rey Asuero en Ester 1:13-18.
El rey Asuero, insultado y humillado por la reina Vasti, permite que sus consejeros determinen su dirección y sus acciones. Uno de sus sabios, Memucán, le propone desterrar a su reina, basándose en sus propios deseos. Esta decisión fue insensata. En el estado mental distorsionado del rey, remolineando por el alcohol, el orgullo, la ira y el resentimiento, no se reconoció a sí mismo y fue incapaz de tomar una decisión racional. El rey Asuero cedió su autoridad a los consejeros, que optaron por beneficiarse a sí mismos, al tiempo que ponían fin a su matrimonio.
Como el rey Asuero, los necios suelen dejarse llevar por sus emociones. Los necios prestan atención a las voces que coinciden con su intensidad emocional, lo que a menudo conduce a respuestas emocionales impulsivas.
La sabiduría del prudente está en entender su camino, Pero la necedad de los necios es engaño. (Proverbios 14:8)
Esta es una valiosa lección para los creyentes. Es fácil tomar decisiones precipitadas basadas en nuestros deseos egoístas, nuestras emociones volubles y la persistente presión de grupo.
Proverbios 14:8 nos dice que la persona sabia entiende su camino. La persona sabia sabe quién es con Cristo, pero también es muy consciente de quién puede llegar a ser sin Cristo. A medida que se acerca a Dios, adquiere una humilde claridad sobre sí misma.
Una persona sabia identifica las zonas vulnerables y los puntos ciegos de su vida y de su mente. Entiende esas áreas débiles donde puede ser tentada, manipulada o engañada. Si deseamos esta sabiduría, el único lugar donde la encontraremos es en la fuente de toda sabiduría: sólo Dios.
Más engañoso que todo es el corazón, Y sin remedio; ¿Quién lo comprenderá? (Jeremías 17:9)
La clave para evitar el engaño en nuestras vidas es filtrar cada pensamiento, cada experiencia y cada decisión a través de la luz de la Palabra de Dios. En la oscuridad, la indecisión, el miedo o la frustración, no busques nada ni a nadie más que a Dios. Conocer y creer en Dios y en Su Palabra nos protege del engaño y nos ayuda a resistirnos a comprometer nuestro compromiso con Él.
Con mucha ayuda del Espíritu Santo y con mucha práctica, nuestra capacidad de ver claramente a Dios y nuestra pecaminosidad debería volverse más sensible con el tiempo. A medida que mejoramos en identificar el engaño en nuestra vida, somos capaces de llevar rápidamente esas cosas cautivas ante la verdad de Dios. Después de todo, las tinieblas no pueden permanecer ante la luz de Dios.
Examíname, oh Señor, y pruébame; Escudriña mi mente y mi corazón. (Salmos 26:2)
¿Te conoces bien a ti misma?
¿Qué factores desencadenantes te hacen alejarte de Dios o dudar de su bondad?
¿Qué circunstancias te han tentado a tomar una decisión precipitada o desesperada?
¿Tienes una idea exacta de quién eres con y sin Cristo?
Si no estamos abiertas a reconocer en toda su extensión nuestra pequeñez y nuestra pecaminosidad, nunca apreciaremos la inmensidad de la grandeza de Dios y de su santidad. Este conocimiento y comprensión de nosotras mismas sólo puede encontrarse en Dios, pues Él es quien creó nuestro ser interior y nos entretejió.
No hay que olvidar que Dios orquestó magistralmente la insensata decisión del rey para que prevaleciera Su plan soberano. Pase lo que pase, los planes de Dios son imparables. Esto debería animarnos a recordar siempre que cuando fracasamos en nuestra toma de decisiones y sí, a menudo fracasaremos Dios todavía es capaz de utilizar nuestros fracasos para profundizar nuestra fe, acercarnos más a Él y enseñarnos aún más acerca de Su gracia, misericordia y perdón.
¿Cómo podemos orar por su guía y sabiduría en la toma de decisiones?
Paz y gracia para ti,
Terria