¿Has hecho alguna vez algo de lo que te hayas arrepentido inmediatamente? Cuando estaba en la secundaria, dejé que una amiga mía copiara mi tarea de matemáticas. Nuestra profesora descubrió a mi amiga con los dos paquetes de tarea en la mano y nos llamó al pasillo para regañarnos por lo que habíamos hecho. Recuerdo que me sentí avergonzada y a la defensiva. Cuando mi amiga pidió copiar mi tarea, se lo permití porque quería complacerla. Sabía que estaba mal, pero me preocupaba más lo que mi amiga pensaría de mí si le decía que no. Al recordar esa experiencia, fue la gracia de Dios que nuestra maestra nos descubriera para que yo pudiera recordar la bondad de temerle a Él antes que a los hombres.
En el libro de Ester, vemos la historia de un malvado funcionario de la corte, Amán, cuyo odio y egoísmo impulsaron sus acciones. Cuando Mardoqueo se negó a inclinarse ante Amán, éste trató de aniquilar al pueblo judío. Ester, como judía, se presentó ante el rey y le suplicó que salvara a su pueblo, al tiempo que revelaba que Amán era el origen del malvado complot. Ester recibió el favor del rey y éste le concedió su petición. Amán fue condenado a muerte en la horca donde, irónicamente, había planeado colgar a Mardoqueo. El rey, a su vez, exaltó a Mardoqueo a una posición más alta, y a los judíos se les dio permiso para defenderse. Dios vio a Mardoqueo y a Ester y obró en ellos para traer liberación para Su pueblo.
Justo antes de la muerte de Amán, él le suplicó a Ester que lo salvara. Proverbios 26:27 dice: “El que cava un hoyo caerá en él, Y el que hace rodar una piedra, sobre él volverá.” Amán cavó él mismo una fosa con sus malvados planes contra los judíos, y se enfrentó a las últimas consecuencias.
Puede que leas el libro de Ester y te preguntes por qué el pueblo de Dios tuvo que pasar por estas pruebas. Puede que no siempre entendamos el plan soberano de Dios, pero podemos confiar en Su carácter perfecto. Es Dios quien juzga (Salmo 75:7). Él levanta a los humildes y echa por tierra a los malvados (Salmo 147:6). Nuestras motivaciones pueden ser egoístas y pecaminosas, pero la motivación de Dios es siempre el amor (1 Juan 4:16). Cuando no podemos entender Su plan, debemos confiar en que Él sigue obrando todas las cosas para el bien de aquellos que lo aman, para conformarlos más a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:28-29).
Si tu eres una seguidora de Jesús, podemos vivir en obediencia a Él, en donde se encuentra gran gozo. Somos capaces de cometer actos pecaminosos al igual que Amán. Pero por la gracia de Dios, Él envió un Sacrificio perfecto para pagar por todos nuestros pecados. Cristo Jesús es nuestra esperanza y redención, y Él fue parte del plan de Dios todo el tiempo. Cuando fallamos y nos equivocamos, Dios sigue ahí, viéndonos como Sus hijas justas, que han sido adoptadas en Su familia por la sangre de Jesús. Amiga, regocijémonos hoy de que Dios tiene una mejor manera para que vivamos en una relación eterna con Él.
Jayci Williams
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Semana 6 – Desafío
Vivimos en un mundo hambriento de esperanza. Esta semana, ora y pídele a Dios que te muestre a alguien que necesite ser animado con la esperanza que solo Jesús puede dar. Anima a esa persona con un mensaje de texto, una tarjeta o una visita personal. A veces, solo necesitamos que nos recuerden que no estamos solos en nuestras batallas.
Semana 6 – Plan de Lectura
Semana 6 – Versículo a Memorizar