No sé mucho acerca de ti, pero los últimos años han sido difíciles. Entre vivir en medio de una pandemia mundial, tensiones raciales, y ver cómo nuestra sociedad está dividida casi en todos los temas, me he cansado y fatigado. Como muchas de ustedes, he perdido amigos y miembros de mi familia por una postura airada que traza una línea divisoria. Yo también he tenido conversaciones difíciles con personas que amo que no parecen ver el mundo de la misma manera que yo. Enciendo las noticias, solamente para apagarlas rápidamente con desesperación.
Y sin embargo, al acudir a las Escrituras esta semana, tengo mucha esperanza. La Biblia nos ofrece un camino mejor porque en Génesis miramos el fundamento de la unidad cristiana y del amor fraternal (entre hermanos y hermanas).
Dios creó los cielos, y creó la tierra. Él hizo los animales, las estrellas, y el sol. Él formó la tierra y esculpió los océanos y los mares. Pero Su amada creación, la única con Su imagen, impresa en su propio ser, es el ser humano. Desde el principio de los tiempos, la humanidad fue elevada por encima del resto de la creación y se le dio un lugar especial, porque lo único que nos distinguió de todas las demás creaciones de Dios fue la Imago Dei (ser hecho a la imagen de Dios).
“Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1:27). Dios vio todo lo que había hecho; y era bueno en gran manera. (Génesis 1:31).
A través de toda la Escritura se nos ha enseñado que debemos amar a Dios y amarnos unas a otras como a nosotras mismas (Mateo 22:34-40), que usemos nuestros dones para servirnos unas a otras (1 Pedro 4:10), y que persigamos la unidad entre nosotras (Filipenses 2:1-11). Pero en el primer capítulo de la Biblia, el inicio de la historia de nuestro origen, se nos dice por qué.
¿Por qué debemos amarnos y servirnos unas a otras?
Porque todas las personas –todos nosotras- estamos hechas a imagen de Dios. Esta verdad lo cambia todo. Cambia la forma en que tratamos a nuestro prójimo. Influye en la forma en que hablamos de esa amiga con un punto de vista diferente. Cambia la forma en que miramos a los que votan, adoran y creen en forma diferente a nosotras, porque como creyentes reconocemos y sabemos que la imagen de Dios, imago dei, está estampada en cada uno de los seres humanos que caminan por esta tierra.
Este es el fundamento del porqué tratamos a todas las personas con honor, dignidad y respeto. Es el porqué nos servimos los unos a los otros con gozo y amamos a nuestros enemigos. Es el fundamento del porqué somos llamadas a ser pacientes y soportarnos unas a otras (Colosenses 3:12-14). Amamos y perdonamos generosamente porque Cristo nos amó y perdonó. Y vemos nuestro “por qué” en Génesis 1, cuando Dios todopoderoso nos hizo a Su propia imagen y llamó buena a Su creación. Como portadoras de Su imagen a través del poder de la cruz, escogemos reflejar Su bondad, Su carácter santo, siempre que tenemos la oportunidad de hacerlo.
Así que hoy, quiero dejarte con algunas preguntas y un paso de acción. Porque Dios hizo a todas las personas a Su imagen, y todas somos -como dice la canción infantil- preciosas a Sus ojos, ¿a quién necesitas amar hoy? ¿a quién necesitas perdonar hoy? ¿por quién necesitas orar? ¿hay personas en tu vida a quienes has menospreciado cuando realmente son portadores de la imagen de Dios?
Déjame animarte hoy, a que te sientes con estas preguntas y dediques algún tiempo orando la Escritura del Salmos 139, especialmente los versículos 23 y 24. Pídele a Dios que examine tu corazón de la misma manera que David lo hizo. “Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, Y guíame en el camino eterno.”
Brittany
Semana 2 – Desafïo
Toma tiempo esta semana para estudiar lo que significa ser creada a la imagen de Dios. ¿Es la imagen de Dios un atributo físico o una cualidad de carácter invisible? Sabiendo que reflejamos la imagen de Dios en cada momento de nuestras vidas, ¿cómo te desafía esto a vivir de manera diferente?
Semana 2 – Plan de Lectura
Semana 2 – Versículo a Memorizar
