Buscando La Paz de Dios

 

Por amor de mis hermanos y de mis amigos, Diré ahora: «Sea la paz en ti».

Por amor de la casa del SEÑOR nuestro Dios Procuraré tu bien.

 

David escribió este Salmo para que lo cantara el pueblo cuando se dirigía hacia las fiestas en Jerusalén: la pascua, las primicias (pentecostés) y los tabernáculos. Dichos festejos anuales tenían el propósito de conmemorar eventos históricos que mostraban el favor de Dios a Su pueblo, adorarle, meditar en Su Palabra y convivir con quienes compartían la misma fe. 

 

Al inicio puede sentirse el gozo que producía en ellos el poder asistir al templo, ese lugar que amaban y donde se congregaba un buen número de judíos. El templo estaba en Jerusalén y, no solo era el centro de adoración del Antiguo Pacto, sino también, el lugar del gobierno de Dios donde se ejercía la ley civil y venían todas las tribus de Israel para tales efectos.

 

Desde el verso 6 al 8 observamos una súplica de paz, debido a que esta ciudad en tiempos de David fue un lugar de conflictos con distintos pueblos; de tal modo que el concepto de paz para los judíos era mucho más profundo, no solo relacionado a un estado individual también a una necesidad como nación. Una paz más allá que la simple ausencia de conflictos, sino enfocada a vivir en plenitud, salud, justicia, prosperidad y protección.

 

David enfatizó “Por amor a la de casa de Jehová nuestro Dios buscaré tu bien” (v. 9), declarando los motivos que lo llevaban a expresar sus mejores deseos y esfuerzos para la prosperidad de Jerusalén, el amor a sus hermanos cuya felicidad estaba envuelta en la de su ciudad; y el amor a Dios, que había fijado allí simbólicamente la residencia de Su gloria.

 

Esta frase también precisa para nosotros buscar incansablemente el bien de nuestros hermanos como propósito aquí en la tierra, y una manera de amar la Iglesia local, el cuerpo de Cristo.

 

Cuando nos congregamos nos acercamos a Dios, también nos acercamos los unos a los otros en un mismo sentir para adorar como un solo cuerpo. Así como para el salmista, asistir a la casa de Dios debe llenarnos de regocijo al alabarlo junto a su pueblo.

 

Por otra parte, el mundo no puede ofrecernos ese tipo de paz porque la verdadera paz proviene de la fe en Dios, solo Él personifica todas las características de la paz, de modo que, para encontrarla, debemos antes encontrarlo a Él.

 

Quizás hoy, para algunos ir a la iglesia sea rutinario, o una costumbre, como si con ello le hicieran un bien a Dios, no obstante, sabemos que Él está completo en sí mismo. Lo que sí podemos hacer, al acudir por gratitud y amor al Señor, es contribuir al bienestar y a la edificación de nuestros hermanos, ya que somos medios que Él utiliza para este fin. 

 

Amado Dios, Sabemos que solo en Tí podemos encontrar la paz verdadera,  permite que nuestro deseo como cristianas al igual como lo fue para Israel, sea movernos a través de Tu amor para buscar el bien de nuestros hermanos. Que el amor y dependencia en Tí, lejos de mostrar algún deseo egoísta apuntando hacia algún bien personal, refleje corazones que desean la bendición y bienestar de nuestros hermanos. Amén.

 

Como Barro en Sus preciosas manos

Grethel Elías Ruiz.

 

Estudio Bíblico Relacionado

Recibe nuestras actualizaciones

Recientes