Atesora Su Palabra

 

 

 

“Entonces Él les dijo: En verdad os digo: no hay nadie que haya dejado casa, o mujer, o hermanos, o padres o hijos por la causa del reino de Dios, que no reciba muchas veces más en este tiempo, y en el siglo venidero, la vida eterna.”

 

A lo largo de la historia ha existido inquietud sobre la venida del Reino de Dios, también fue así en los tiempos de Jesús. De hecho, los fariseos se lo preguntaron, y Él les respondió diciendo: “El reino de Dios está entre vosotros,” (v.21). El Señor hablaba de Sí mismo, porque el reino está en la persona de nuestro amado Salvador. 

 

La porción de hoy (Lc.18:18-30), nos cuenta de un joven rico que conocía los mandamientos desde temprana edad, llegó ante el Señor con dudas acerca de la vida eterna. Jesús finalmente le dice: “vende todo lo que tienes y dalo a los pobres” (v.22), esto le entristeció porque amaba sus posesiones, y no estaba dispuesto a compartir ni siquiera un poco con su prójimo. 

 

Incluso los discípulos de Jesús, quienes lo siguieron dejando familia, trabajo y posesiones, pensaron tener méritos para ser salvos, pero fueron redargüidos por el Señor cuando les advirtió que atender a Su llamado no es en vano. Alcanzar la salvación no fue posible para el jóven rico con todos sus conocimientos, pero tampoco para los discípulos por sus obras, pues sólo Dios puede hacer posible lo imposible (v.27), este es un don que se da por gracia.

 

En la actualidad también encontramos personas, que conocen intelectualmente  los mandamientos y mantienen prácticas religiosas, pero en sus corazones tienen la misma incertidumbre acerca de la salvación, y es porque no conocen al Hijo de Dios como su Salvador personal. Al contrario, hay otros que nunca piensan en esto, y por eso viven como dice la Escritura, como en los días de Noé y Lot, donde cada uno vivía en su rutina diaria y como bien les parecía, sin obedecer a Dios (Lc. 17:26-30).

 

Igualmente, nosotros comemos, bebemos y hacemos muchas cosas en nuestro día a día, pero no podemos hacerlo dando la espalda a Dios, pues lo más importante es que Cristo sea el Rey y Gobernador de nuestras vidas.

 

El Señor conoce nuestro corazón, y sabe en qué o quién tenemos puesta nuestra confianza. No necesitamos literalmente estar en la ruina para ser parte del reino de Dios, ni  lo que somos o poseemos debe estar ocupando el primer  lugar en nuestra vida, sino sólo Cristo. Por eso dice: “Porque donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón” (Lucas 12:34).

 

Dios es quien nos bendice con posesiones, con dinero y muchas cosas, por lo tanto, no es malo tener bienes o ser ricos económicamente, lo que es pecado es el amor a esas cosas, el apego a todo lo material, porque nos alejan del Señor (1Tim. 6:10).

 

Lo más importante es conocer a Dios (Jn.17:3), atesorar y obedecer Su Palabra, viviendo cada día en dependencia de Él, sabiendo que lo que tenemos aquí en la tierra y lo que disfrutamos, no es comparado con la vida eterna en Su presencia.

 

Padre, ayúdame a recordar que Tú me ves, puedo descansar en Ti, entiendes por lo que estoy pasando. Me conoces, por lo tanto sabes lo que necesito. Me cuidas, eres mi buen Pastor. Que nada terrenal me impida conocerte y amarte. En el nombre de Jesús, amén.

 

A los pies de Jesucristo

Yaneth Olivares de Gaviria

 

Yaneth

Estudio Bíblico Relacionado

Recibe nuestras actualizaciones

Recientes