¿Recuerdas cuando tenías que comprar datos móviles para poder usar tu celular sin Wi-Fi? Ya casi tengo 30 años. En la secundaria, cuando todas acabamos de tener nuestro primer celular, algunas tenían acceso ilimitado y otras no. Por suerte, mi mamá tenía un plan ilimitado con la compañía telefónica, pero mis amigas no tuvieron tanta suerte.
Sin un plan ilimitado, estas amigas solo tenían una cierta cantidad de minutos de datos cada mes. Una vez que se agotaban, tenían que comprar más o usar el teléfono solo con Wi-Fi durante el resto del mes. Afortunadamente, solo pasaron unos años antes de que las compañías telefónicas se dieran cuenta de que todo el mundo necesitaba acceso ilimitado al celular, y el costo comenzó a incluirse en el plan mensual.
Lo admito. Este ejemplo es chistoso. Pero sí que tenía un costo el hecho de solo poder comunicarse con familiares y amigas basado en las condiciones de tu plan telefónico. ¿Qué pasaría si ocurriera una emergencia y te quedaras sin Wi-Fi y sin minutos de datos? Aunque este ejemplo es pálido en comparación, algunas de nosotras vivimos como si sólo tuviéramos acceso limitado a Dios.
Creer que el acceso es limitado
Al crecer, pasé por varios altibajos espirituales. Asistía a campamentos de la iglesia, me comprometía a permanecer diariamente con Jesús, regresaba a casa y leía mi Biblia durante una semana más o menos, y luego dejaba de seguir el plan de lectura. Este patrón se convirtió en un hábito, y no vivía como si tuviera acceso ilimitado a Dios.
Me basaba en un sentimiento o emoción para afianzarme en mi fe, en lugar de saber que mi identidad estaba segura en Cristo y pasar tiempo con Él por gusto.
Los beneficios del acceso ilimitado
Nuestro versículo EOAO de hoy enfatiza nuestro acceso ilimitado a Dios. Todos los creyentes en Jesús, ya sean judíos o gentiles, tienen el mismo acceso a Dios. Tenemos libertad para expresarnos ante Dios sin miedo ni vergüenza, porque la justicia de Cristo es ahora nuestra justicia.
Anteriormente, en Efesios 3, Pablo hace referencia al misterio de la voluntad de Dios que se revela. Este “misterio” es el plan de salvación de Dios a través del Mesías. Debido a que Dios es Santo y el hombre es pecador, existe una gran necesidad de un sacrificio perfecto para que podamos estar en relación con un Dios Santo. Cristo Jesús es ese sacrificio perfecto. Si creemos en Él, Dios nos mira y ve el pago de Jesús por nuestro pecado.
Es en este momento de salvación cuando somos justificados ante Dios, de una vez por todas.
Pero las buenas noticias no terminan ahí. Dios también viene a morar en nosotros en el momento de la salvación. El Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad, vive dentro de cada creyente. Él nos guía, nos convence y nos ayuda. Tenemos acceso total para comunicarnos con Dios todo el día, todos los días.
Ya no hay una brecha que nos separe de Dios. Jesús cubrió esa brecha y nos ha dado el regalo supremo de Su presencia para acompañarnos en nuestro camino por la vida.
Vivir con acceso ilimitado
Entonces, ¿qué debemos hacer con este “acceso ilimitado”? Sí, Dios nos ordena pasar tiempo con Él día y noche (Josué 1:8). Pero esta orden no es solo una regla que debemos seguir para beneficio de Dios. Acceder a Dios es para tu beneficio.
Amiga, Dios te aprecia y te ama. Él se deleita en pasar tiempo contigo. Él quiere estar involucrado en los detalles de tu vida. Cuando elegimos involucrar a Dios en nuestras decisiones diarias, ritmos naturales y prácticas habituales, recibimos Su amor, sabiduría, alegría, paz y discernimiento.
Recuerdo mis años de altibajos espirituales en la preparatoria y recuerdo sentirme perdida y sin esperanza. Lo que no me daba cuenta era que tenía acceso al Dios Todopoderoso al alcance de mi mano. Estaba atrapada en el miedo y la vergüenza, sin reconocer mi identidad en Cristo. Buscaba respuestas en mí misma en lugar de buscarlas en Él, omnisciente.
El Salmo 16:11 dice: Me darás a conocer la senda de la vida; En Tu presencia hay plenitud de gozo; En Tu diestra hay deleites para siempre.” Hoy estoy convencida de que no hay mayor alegría que estar con Dios, comunicarme con Él y obedecerle. No demos por sentado el regalo gratuito del acceso ilimitado a nuestro Padre, que nos ama.
Jayci Williams