El Dios que ve

 

Hace unos años, una amiga mía estaba pasando por un aborto espontáneo. Al ver que las mujeres que la rodeaban se quedaban embarazadas, empezó a perder la esperanza de poder dar a luz a su propio hijo. Ninguna cantidad de estímulo podía darle la esperanza que tanto anhelaba. Francamente, se había cansado de que la gente citará las Escrituras. Sabía en su corazón que Dios podía bendecirla con un milagro al permitirle tener un embarazo viable, pero empezó a preguntarse si se había olvidado de ella y si Dios siquiera la veía en su sufrimiento y dolor. Pero entonces el Señor, en Su amorosa bondad, le recordó la historia de Agar en Génesis (Génesis 16; 21) y cómo Dios nos ve y está con nosotros.

 

Un poco de contexto: Agar era la amante de Abram (que más tarde sería rebautizado como Abraham). Ella le dio un hijo a Abram después de que él y su esposa Sara no habían podido concebir. Agar fue utilizada esencialmente para darle un hijo a Abram debido a la impaciencia de Abram con lo que Dios le había prometido. Después de que Sara la maltratara, Agar se sintió marginada y completamente olvidada por Dios. Pero entonces, en Génesis 16:7-14, un Ángel del SEÑOR se le apareció a Agar. Le dijo que sería bendecida y que sus descendientes serían demasiado numerosos para contar. Agar entonces le dio a Dios el título de El Roi, o “El Dios que ve”.

 

Dios vio a Agar en su dolor e intervino para mostrarle su amor.  En el libro de Hageo Dios ve a Su pueblo de una manera diferente, pero Su amor, cuidado y gracia siguen siendo los mismos.  En Hageo 1:12, el profeta escribe sobre este hermoso cuadro del pueblo de Dios respetando al Señor y dándole el honor que merece. En el versículo 13 Dios declara a los israelitas que “yo estoy con ustedes” 

 

Pero no podemos olvidar Hageo 1:1-11. Los Israelitas finalmente llegaron a un lugar seguro después de vivir en el  exilio durante 70 años.  En lugar de reconstruir el templo del Señor, primero comenzaron a reconstruir sus hogares. Sus prioridades no estaban alineadas.  Pensaron que Dios no veía ni se preocupaba por sus acciones, por lo que no entendieron el motivo de la sequía en la que se encontraban. Es fácil leer muchas historias en la biblia de los israelitas que perdieron de vista la presencia de Dios y pensar: !Otra vez?!  Si somos honestos, hacemos exactamente lo mismo todo el tiempo. 

 

Regularmente dejamos a Dios en un segundo plano y acudimos a Él cuando nos conviene. Tal vez sea cuando tenemos buenas intenciones de levantarnos temprano y pasar tiempo con el Señor por la mañana, pero luego posponemos nuestras alarmas hasta que sea demasiado tarde para pasar ese tiempo con Él. O tal vez sea cuando finalmente recibes lo que has estado orando y en tu gozo te olvidas de agradecer a Dios por Su provisión.

 

Nosotros somos como los israelitas y los israelitas fueron como somos nosotros. Pero hay gracia. Al principio los israelitas no dieron a Dios el honor que merecía, y Él vio lo que estaban haciendo. En lugar de rechazarlos inmediatamente o alejarse, Dios intervino. Conmovió sus corazones y les recordó que Él está con ellos. Al igual que con los israelitas, alabado sea Dios porque no trata con nosotros como merecen nuestros pecados (Salmo 103:10). Él es un Dios que ve y se preocupa.

 

La historia de Agar ayudó a mi amiga a recordar que incluso en su prolongado sufrimiento, Dios la vio.  Y de manera similar, oro para que  la historia del pueblo de Dios, a quien se le recuerda por enésima vez que Él está con ellos, llegue a tu corazón.  No importa cuanto nos alejemos de Él, cuántos días, meses o años y que perdamos de vista todo lo que Él ha hecho por nosotros. Él todavía está con nosotros. Él es lento para la ira y grande en misericordia (Éxodo 34:6).  Él es el mismo, ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13:8).

 

Ruego que siempre recuerdes como Dios te ve y está contigo y recurras a Su Palabra para ver muchos otros que te han precedido y a los que también se les tuvo que recordar  la verdad.  Estoy muy agradecida por un Dios paciente y amoroso. 

 

Haley Crabtree

 

 

 

Semana 4 – Desafío

 

Jesús llama a todos los creyentes a hacer discípulos proclamando el evangelio y dedicándose a invertir en la vida de los que nos rodean. Piensa en las personas que forman parte de tu vida o de tu iglesia. Busca a alguien que esté unos pasos por detrás de ti en lo espiritual o en edad, con quien puedas empezar a reunir para animarlo en su camino de fe.

 

 

Semana 4 – Plan de Lectura

 

 

Semana 4 – Versículo a Memorizar

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