“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para la gente. Pues ya sabéis que del Señor recibiréis la herencia como recompensa, porque a Cristo el Señor servís.
Colosas fue una ciudad muy importante porque estaba asentada sobre la ruta principal de comercio hacia el oriente, pero cuando Pablo escribió esta carta, ya era un pueblo de poca importancia comercial o cultural, debido al crecimiento de otras ciudades como Laodicea e Hiriápolis.
El Apóstol nunca estuvo en Colosas, pero conocía de primera mano lo que sucedía en la congregación, por medio de Epafras su consiervo amado (Col. 1:7). Entre los Colosenses, se estaban presentando enseñanzas filosóficas según tradiciones humanas y no de Cristo. Por esa razón, Pablo les recuerda la nueva vida que tenían por haber creído en el Señor y que ellos, como escogidos de Dios, ahora debían reflejar en sus acciones misericordia, humildad, paciencia, el perdón, y el soportarse unos a otros (Col. 3:18-22).
Por todo esto, les escribe en su carta con una serie de deberes que se necesitan practicar en las relaciones sociales, como esposos, padres e hijos, amos y siervos. Estas palabras no fueron dadas solamente para los hermanos de Colosas, sino también para todas nosotras, que vivimos una vida nueva en Cristo.
Pablo hace énfasis en dos grupos, como lo son el empleador y el empleado, (siervos y amos), quizás pensando en las conversaciones que había sostenido con Onésimo, quien era un esclavo fugitivo, quien debía regresar con su amo Filemón. Pablo exhorta a los esclavos, a que trabajen a conciencia, sin necesidad de que el amo les esté viendo. Recordemos que el esclavo romano, no podía ser propietario de nada; pero Dios nos promete algo maravilloso, y es Su herencia. Tanto el siervo cristiano, como el amo cristiano, deben trabajar para Dios, no por una remuneración terrenal, sino por una recompensa verdadera que Él dará en Su tiempo.
Las Escrituras no solo nos enseñan lo que debemos hacer, sino cómo realizarlo, y es “hacerlo todo como para el Señor”. Ahí está la clave para que hagamos las cosas de buena manera, con sinceridad, no quejándonos, sino diligentemente, como haciendo todo para el Señor mismo. Probablemente, aquí en la tierra no recibamos los elogios o no reconozcan nuestro desempeño; pero el Señor Jesucristo en este pasaje nos recuerda que de Su propia mano, recibiremos la herencia como recompensa.
Qué promesa más alentadora que nos anima a hacer todas las cosas muy bien, ya que por medio de nuestro trabajo, estamos adorando y sirviendo a nuestro amado Señor Jesucristo. Dios cambia en bendición todo lo que ponemos en Sus manos. ¿Qué oficio o trabajo no te gusta hacer? Toma la decisión hoy de hacerlo para Cristo, y verás que sentirás gozo profundo en tu corazón. Seguro terminarás haciendo con gusto todo lo que ahora aborreces.
Podemos hacer todo con entusiasmo y diligencia cuando lo entregamos a Cristo y lo hacemos como para Él.
Amado Dios, ayúdame a realizar todos mis compromisos, reconociendo que Tú eres mi amo y Señor, y que todo lo debo realizar como si fuera para Ti. Solo así podré servirte de todo corazón, y a los demás con amor.
A los pies de Jesucristo
Yaneth Olivares de Gaviria
Colombia