Todas las Cosas Nuevas

 

“Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.”

 

El apóstol Juan, en estos dos capítulos nos ha dejado escrito una serie de descripciones en donde nos enseña lo que le aguarda a los hijos de Dios: un cielo nuevo, una tierra nueva y Dios morando en medio de ellos.

 

Las verdades descritas en estos versículos son realmente hermosas, pero vayamos un poco más a fondo nuestro texto de estudio. Por definición, alfa y omega se refiere a la primera y última letra del alfabeto griego, por ello, en el v. 13 vuelve a decir que es el principio y el fin, primero y último, y una serie de repeticiones para nuestro mayor entendimiento. Nuestro Señor quiere recordarnos en estas afirmaciones uno de sus atributos, y es que Él es Eterno, es perpetuo y nunca terminará.

 

La eternidad de Dios trae como resultado a nuestra vida el entender que nuestro Señor no ha cambiado ni lo hará nunca, en el libro de Santiago 1:17 se describe de esta manera: “Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación.”

 

Él permanece como se ha revelado desde el principio y hasta el final. Él es inmutable.  ¿Qué significa entonces eso para nosotros el día de hoy? Nada de lo que hagamos lo hará alterar Su parecer, nada de lo que hagamos podrá cambiarlo, ni modificar lo que Él hace, Su voluntad y todo lo que ha prometido nunca va a variar.  

 

Podemos tener la certeza de que todo lo que Él hace es bueno, agradable y perfecto, de manera que cada situación en nuestra vida es una bendición (Rom. 8:28).

 

A lo largo de toda la historia de la humanidad, sabemos que se han experimentado increíbles transformaciones en el mundo, pero es hermoso entender que nuestro Dios es el mismo de ayer, hoy y por los siglos.

 

Tenemos la plena confianza de estar ante un Dios que no es como nosotros, en quien podemos confiar plenamente. Él no cambia, pero nosotros, a través de nuestro Señor Jesús en la Cruz del calvario, sí podemos ser transformados en nuevas criaturas (2 Cor. 5:17). Sí podemos vivir con gozo y la paz que proviene únicamente de nuestro Dios Eterno.

 

Apocalipsis 21 y 22 no solo nos recuerda que la eternidad, para los hijos de Dios, está asegurada en Él, sino que toda nuestra vida hoy está en Sus manos, Él ha prometido que estará con nosotros todos los días de nuestra vida y hasta el fin del mundo.

 

En definitiva, éstas son verdades que traen consuelo, descanso y esperanza hoy a nuestra alma, en medio de la desolación y el caos del mundo, que debemos compartir anunciando a todos el Evangelio, para que Dios restaure a todo aquél que confíe en ÉL.

 

Amado Padre, gracias por esta oportunidad de estudiar Tu palabra, estoy delante de ti con un corazón en verdad agradecido al entender tantas revelaciones tan hermosas. Gracias por todo Tu amor, Tu gracia y misericordia, y por recordarme lo perfecto que eres, que no eres hombre para que te arrepientas, y que toda Tu Palabra, todas Tus promesas son verdad, mi confianza se encuentra solamente depositada en Ti. Oro en el Precioso nombre de mi Señor Jesús, amén. 

 

Sirviendo a Cristo,

Joana Báez, México.

 

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