Tu verdadera vocación

 

Apasionadamente Entregada

 

¿Alguna vez has sentido tanta pasión por algo, que te empeñas en ello con todo tu corazón? 

 

Últimamente estoy aficionada a hacer pan de fermentación. Déjame aclarar esto. Lejos estoy de ser una experta. Mi primer pan fue incomible. El segundo pan estaba muy cerca de la perfección, y el tercero era demasiado gomoso para masticar. El proceso de perfeccionamiento de mi receta ha sido largo. Con todo esto quiero decir que rápidamente me he convertido en una ” fan ” de los panes de Masa Madre. He pasado horas en YouTube viendo a otros hacer la masa fermentada. He buscado en Google varias recetas en busca de la más adecuada. He llegado incluso a reconstruir lo que otros habían hecho para crear mi propio conjunto de instrucciones. Mi cuenta de Instagram está llena de panes hechos con masa madre. Estoy tan interesada en que mi próximo pan de masa madre salga perfecto que estoy dispuesta a dedicar horas de mi vida a investigar, observar y probar. 

 

Aunque este ejemplo es insignificante en comparación con lo que implica seguir a Jesús, describe con exactitud lo que significa ser un seguidor. En nuestro pasaje del SOAP de hoy, Jesús les pide a sus discípulos que dejen lo que están haciendo y lo sigan. Lo que sucede después es aún más sorprendente. Le obedecen inmediatamente. Imagínate con qué clase de autoridad habló Jesús para que ellos escucharan su llamado, dejaran sus carreras y dedicaran sus vidas a seguirlo. 

 

¿ Puedes recordar cómo fue en tu vida el llamado inicial de seguir a Jesús? Tal vez sacrificaste tus sueños y deseos para seguir a Jesús. Quizás Jesús interrumpió tus tareas mundanas y te pidió que lo siguieras. A lo mejor seguir a Jesús te ha resultado incómodo o más difícil de lo que esperabas. Cualquiera que sea tu historia, una cosa es cierta. Algo más allá de tus propias fuerzas capturó toda tu atención y redirigió tus planes de vida para hacer que tu mayor prioridad fuera seguir a Jesús.  

 

Obediencia Constante

 

Durante mi adolescencia, intentaba ser lo que los demás querían que fuera, y no lo que Jesús me pedía que fuera. No acababa de comprender la vocación más elevada de mi vida: seguir a Jesús por encima de todo. Entrando a la universidad con tropiezos, me sentía cansada y llevaba una doble vida. Mis padres y profesores pensaban que yo era la ” buena niña cristiana”. Mis amigos y compañeros de clase pensaban que yo era la ” chica divertida y fiestera”. Tenía un pie en el mundo y otro en la vida cristiana. 

Por la gracia de Dios, durante el primer mes de universidad, una compañera de mi fraternidad se enteró de que yo quería crecer en mi caminar con Dios. Ella inició conmigo una relación de discipulado. Nos reuníamos semanalmente en una cafetería local, donde me enseñaba a estudiar la Palabra de Dios y a rendirme plenamente a Jesús. Esto no fue un cambio inmediato de la noche a la mañana, sino más bien un proceso lento de aprendizaje sobre lo que significaba ser un discípulo de Jesús antes de elegir seguirlo.

 

Gracias a la fidelidad del Espíritu Santo, la Palabra de Dios y el pueblo de Dios, pasé el resto de mis años universitarios (y ahora el resto de mi vida) siguiendo a Jesús de todo corazón. Al igual que los pescadores en la barca que leemos en nuestro pasaje de hoy, llegué a entender la importancia de obedecer inmediatamente al llamado que Jesús hace en mi vida. Al igual que mi amiga de la universidad me discipuló, Jesús me enseñó a ” ser pescador de hombres ” por mi cuenta. 

 

Discipulado con propósito

 

Aunque todavía no tengo hijos propios, he experimentado la vida como madre espiritual. He tenido la oportunidad de compartir la historia de la gracia de Dios en mi vida; enseñar las buenas nuevas de que Jesucristo vino a morir por nuestros pecados para que podamos tener una relación con Dios; y caminar con otras mujeres mientras se dedican a seguir a Jesús. No hay mayor gozo que tener un lugar en primera fila para presenciar cómo Dios transforma el corazón de alguien para que le desee, enseñarle a ser obediente a Su Palabra, y darle herramientas para discipular a los suyos. Ya sea que tengas hijos propios en tu casa o que estés rodeado de otros que son más jóvenes que tú o que están unos pasos detrás de ti en su caminar con Cristo, el llamado de Dios para ti es hacer discípulos con los que te rodean.

 

Entonces, ¿ qué significa discipular para Jesús? Primero hay que permanecer en Él. Si has decidido seguir a Jesús y tener una relación con Él, estás lista para relacionarte con Él y discipular. Así como yo pasé horas investigando, observando y probando mi receta de pan de masa fermentada, así también debes comprometerte a investigar la Palabra de Dios, observando a otras mujeres fieles que están formando discípulos y experimentando con una relación de discipulado por tu cuenta. Una parte clave para encontrar a alguien con quien compartir tu vida como discípula es comprometerse a orar. A través de la oración, pídele a Dios que use tu historia para impactar las vidas de otros, que te muestre quiénes a tu alrededor necesitan una mujer cristiana que les ayude en su caminar con Dios, y que te dé sabiduría para buscar el discipulado. Ser seguidor de Jesús significa ser apasionado acerca de lo que Él es apasionado y ¡eso incluye el discipulado! Toma un momento ahora para orar acerca de tu próximo paso para convertirte en una madre espiritual. 

 

Jayci Williams 

 

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