“Los cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos. Un día transmite el mensaje al otro día, y una noche a la otra noche revela sabiduría. No hay mensaje, no hay palabras; no se oye su voz.”
Salmos 19:1-3
¿Cuántas veces te has detenido a admirar los colores que adornan el cielo durante un atardecer? Tal vez, te has maravillado apreciando las estrellas durante una noche tranquila, pero hoy te invito a ir más allá meditando en este himno, y unirte al salmista en alabanza al Creador.
El himno tiene varias estrofas, la primera exalta la gloria de Dios. La gloria del Señor está en Sus perfecciones, en la armonía de Su gracia y poder, y Él ha dispuesto que los cielos sean un testigo permanente que anuncie esa grandeza a la humanidad.
De hecho, si estudiamos el movimiento de rotación del planeta, que es el que hace posible el día y la noche, entenderemos lo complejo, y a la vez eficaz, del diseño que hace que dentro de este sistema todos los elementos involucrados funcionen correctamente. Cada cosa fue puesta en su lugar desde la creación, con el poder de Dios, al sonido de Su voz.
Otro atributo del carácter de Dios que podemos percibir en el firmamento, y en todo lo creado, es Su bondad. Son muchas las bendiciones que recibimos desde el cielo, el sol y la lluvia aseguran nuestro sustento y la consecución de la vida.
Pero el mayor propósito es declarar sin palabras la soberanía del Creador sobre todo lo creado, sea visible o invisible. Este testimonio se une y confirma las Escrituras, para fortalecer nuestra fe y esperanza en Aquel que nos sustenta.
Dios ha puesto Su imagen en cada persona, tenemos la conciencia de Su existencia en nuestro ser, y no hay forma que podamos negar Su grandeza.
El sol en el firmamento es un emblema del Sol de justicia, así como lo es Cristo para nosotros (Mal. 4:2).
El Evangelio es el anuncio que debe correr por la tierra como se esparce la luz del amanecer.
La humanidad rebelde busca ignorar la Verdad, pero su entendimiento no discierne y busca respuestas que satisfagan su necesidad de conocer su procedencia, y aquello que dé sentido a su existencia. Es cuando son alumbrados por el Evangelio que encuentran paz y plenitud al reconciliarse con Dios.
Hoy te invito a reflexionar, a mirar con nuevos ojos la creación, con consciencia de que el Señor se manifiesta en Su palabra, y en todo lo que ha hecho para fortalecer nuestra fe, pero también anunciando Su regreso y justo juicio.
Así que toma las palabras del salmista en adoración y procura compartir este testimonio con aquellos que están a tu alrededor y que tanto lo necesitan.
Padre, te alabo por tu gloria. Gracias por revelarte en cada cosa que has hecho de manera perfecta, y por mostrarnos tu gracia, misericordia y bondad. Ayúdanos a conocerte y acercarnos cada día más a Ti. En el nombre de Jesús, amén.
Ama a Dios Grandemente.