Esperanza en la Cruz de Cristo

 

A veces no puedo evitar preguntarme por qué Dios no contesta todas las oraciones de la misma manera. Me pregunto por qué veo una oración respondida el mismo día que la hice y otra oración está sin respuesta durante mucho tiempo. Me he dado cuenta de que el horario de Dios no es el mío. Él tiene una perspectiva diferente a la mía; donde no siempre puedo ver las formas en que Dios está trabajando, Él dice que siempre está obrando a mi alrededor (Juan 5:17).

 

Una de las cosas hermosas de Dios es que Él atiende nuestras preguntas y comprende nuestra impaciencia porque Él es quien nos hizo. El Salmo 103:14 dice que Dios conoce nuestra condición; Él recuerda que solo somos humanos. Hebreos 4:15 dice que Jesús puede empatizar con nosotras porque sabe lo que es ser humano. Dios se da cuenta de que tenemos una capacidad diminuta para comprender Sus caminos, pero por Su Espíritu, en Su gracia, nos permite comprender Su naturaleza más plenamente cuanto más tiempo pasamos con Él.

 

¿Has experimentado un momento en que le hiciste preguntas similares a Dios? Amiga, no sé por lo que tú estás pasando, pero quiero validar tus sentimientos porque son reales para ti. Sin embargo, también quiero hablar la verdad de Jesús en tu situación y presentarte una razón para tener esperanza, incluso en medio del dolor, la lucha y la prueba. El Dios que conocemos y servimos pone toda Su atención en ti y se preocupa por ti más de lo que cualquier humano pudiera. Él quiere confrontarte ahora mismo con la verdad de Su Palabra que promete liberarte (Juan 8:32).

 

Romanos 5 nos recuerda el poder del evangelio. Pablo comienza este capítulo explicando que, debido a lo que Cristo hizo por nosotras en la cruz, somos declaradas completamente justas cuando ponemos nuestra fe en Él. Ya no permanecemos en nuestro pasado ni en nuestra vergüenza, sino que nos mantenemos firmes en la gracia de Dios por la sangre de Jesús (Romanos 5:1–2).

 

En lugar de permitir que nuestras circunstancias nos definan, tenemos la oportunidad de regocijarnos en la esperanza de un futuro eterno con Dios. En Cristo, tenemos el poder sobrenatural de gozarnos en nuestros sufrimientos terrenales a medida que nos fortalecen, nos hacen crecer y nos permiten concentrarnos en la esperanza que tenemos en Cristo (Romanos 5:3–4). Dios nos amó tanto que sacrificó a Su Hijo por nosotras cuando aún pecábamos, huíamos y escondíamos nuestro rostro de Él (Romanos 5:6–8).

 

Esta es la razón simple pero magnífica por la que podemos regocijarnos siempre, porque Cristo ha salvado nuestras vidas y restaurado nuestra amistad con Dios por medio de Su sangre (Romanos 5:11). Jesús es el Camino en el que aún podemos regocijarnos en la batalla, la Verdad en la que nos paramos cuando el enemigo nos arroja mentiras, y la Vida que podemos recibir cada día (Juan 14:6).

 

Oro para que puedas saber cuán profundamente Dios se preocupa por ti y cómo está caminando contigo a través de esta temporada actual. La prueba está en Su sangre derramada por ti cuando menos lo merecías. ¡Oh, cuánto te ha considerado digna!

 

Recientemente, he estado orando desesperadamente por alguien muy cercano a mí y todavía tengo que ver la sanidad completa que anhelo, ver a Dios obrar en su vida. Pero incluso mientras espero que mis oraciones sean contestadas (aunque el Señor podría estar respondiéndolas incluso ahora de maneras que todavía no puedo ver), el carácter de Dios me permite regocijarme. Esto se debe a que Su carácter es firme incluso cuando mis circunstancias no lo son.

 

Desde que he puesto mi fe en Jesús, puedo vivir con la seguridad de que este mundo pecaminoso no es mi hogar. Delante de mí va uno que me prepara lugar, y su nombre es Jesús (Juan 14:1–4).

 

Ruego que crezcamos para tener la perspectiva de Jesús, quien, siendo Dios en Su misma naturaleza, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que vino a la tierra para ser un siervo (Filipenses 2:6–8); que se dirigió resueltamente a Jerusalén para cumplir su misión de amor (Lucas 9,51); quien rogó que se le quitara la copa en el jardín de Getsemaní, pero al final dijo a Dios: “Hágase tu voluntad” (Mateo 26:42); quien dijo en presencia de sus transgresores: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

 

Jesús nunca perdió de vista Su enfoque o Su propósito. Que fijemos diligentemente nuestros ojos en Él y tengamos Su misma actitud y resolución mientras caminamos en esta tierra (Hebreos 12:2-3). Que desarrollemos la perspectiva profunda de Jesús, quien dijo a Sus discípulos que aunque enfrentaran problemas, no temieran porque Dios ya venció al mundo (Juan 16:33).

 

Amiga, en Cristo, se te ha dado la mente de Cristo, y tienes el poder de fijar tus ojos no en lo que puedes ver sino en lo que no puedes ver. Detente en las cosas del cielo y elije recordar la esperanza de que resucitarás  con Cristo un día para morar en Su casa de perfección para siempre.

 

Grace Ann

 

Semana 3 – Desafío

Esta semana se trata de orar con denuedo. ¿Qué hay en tu vida que requiere de una oración valiente? ¿Cómo puedes dar un paso de fe y llevar con determinación tus peticiones ante Dios?

Si te sientes comoda comparte con tu grupo y pídeles que intercedan contigo en esa(s) peticiones.

 

Semana 3 – Plan de Lectura

 

Semana 3 – Versículo a Memorizar

Estudio Bíblico Relacionado

Recibe nuestras actualizaciones

Recientes