Durante mucho tiempo, pensé que tener una vida de oración “exitosa” me obligaría a pasar horas con el Señor. Pensé que para orar realmente de manera efectiva, necesitaba ser mejor o ajustar mi tiempo de oración. En mi imaginación, tener una vida de oración saludable significaba que nunca me distraería y que sería lo suficientemente disciplinada para completar mi lista de oración y cualquier otra indicación. Cantaría salmos de alabanza a Dios sin interrupciones .
Y, sin embargo, sin importar cuántas veces lo intenté, mi vida de oración nunca, nunca se vio de esa manera.
Tal vez sea por los cuatro hijos que tengo el honor de cuidar, o tal vez porque a menudo soy olvidadiza y me distraigo fácilmente. Puede ser que, como tú, tengo una vida laboral ocupada. La verdad es que cada una de nosotras tiene sus propios obstáculos para pasar tiempo en oración. Pero estoy aquí para recordarte que una vida de oración saludable no solo es posible, sino que es necesaria para la vida cristiana.
Entonces, ¿qué cambió? Te puedo decir que no fueron mis circunstancias externas; sino la forma en que veía la oración.
En lugar de centrarme en tiempos de oración largos y formales (que aún son increíblemente valiosos), comencé a centrarme en tener múltiples conversaciones honestas con el Padre a lo largo del día. Oraba con mis hijos por las mañanas antes de ir a la escuela y por las noches antes de acostarlos. A lo largo del día desarrollé el hábito de hablar con Dios sobre diferentes cosas. A veces le agradezco o le alabo al ver una hermosa puesta de sol. Otras veces le hablo de cosas que me preocupan. A veces oro a través de las Escrituras con mi Biblia abierta, otras hablo con Él mientras voy en el auto.
Pero lo que más cambió fue que comencé a ver a Dios Padre como un padre que simplemente espera conversar con su hijo, en lugar de un Rey que requiere un sacrificio perfecto.
Soy extremadamente afortunada de tener un padre terrenal que ama mucho a Jesús y ha sido un gran padre para mí y mi hermano. Pero, desafortunadamente, vivimos en dos estados diferentes, así que, para mantenernos conectados, mi papá y yo tenemos varias conversaciones durante la semana. A veces es una llamada telefónica rápida mientras estoy haciendo mandados. Otras veces, lo llamo cuando estoy en casa y tengo el tiempo y el espacio mental para una larga conversación. Pero el punto es que a mi papá le encanta saber de sus hijos, y no tengo que ir a él con la conversación perfecta o planeada para comunicarme con él.
Paul Miller en su libro Una vida de Oración lo dice de esta manera: “La oración es pedirle a Dios que se ponga en tu situación, que la toque con Sus manos. . . De seguro sabemos que Él es quien lava los pies. Así que toma la palabra de Jesús. Pregúntale. Dile lo que quieres. Escribe tus peticiones de oración. . . Si tratas de aprovechar el día, el día eventualmente te alcanzará. Pero ve y toma la esquina de Su manto y no lo sueltes hasta que te bendiga. Él remodelará tu día”.
Lo que aprendí fue que aunque quería agradar a Dios, el plan de Dios para la oración era tener una relación conmigo. A medida que hice espacio a lo largo de mi día para hablar con Dios, mejoré en tener esos períodos largos de oración.
Nuestra Escritura del día nos muestra que incluso Jesús necesitaba pasar un tiempo con el Padre mientras estuvo aquí en la tierra. Si el Mesías necesitaba ese tiempo, tú y yo también. Así que déjame animarte a mirar tu día y encontrar espacios de tiempo para hablar con tu buen Padre porque, como escribió Miller, cambiará tu día y tu manera de verle solo a Él.
Brittany
Semana 2 – Desafío
Esta semana, establece un momento y un lugar en tu día para alejarte y orar intencionalmente como Jesús lo hizo. La hora y el lugar es diferente para cada una de nosotras, pero el objetivo es que tomes un tiempo de quietud con Jesús cada día.
Semana 2 – Plan de Lectura
Semana 2 – Versículo a Memorizar
